Page 13 - Lemniscata
P. 13

Coces arrugó el hocico como gesto de frustración.
                    —No va a darme lecciones un mierda como tú.
                    —No te las doy: te presento los hechos. Ahora está en manos de la
            Policía.
                    Ederra, la responsable de la Poltsa, el aparato Político, se mostró incó-
            moda.
                    —La hemos jodido, pero tenemos que centrarnos. No sirve de nada
            discutir entre nosotros.
                    —Los documentos no se han recuperado, y está vivo —objetó Juan.
                    —No los utilizará por ahora —se afirmó Coces—. No le serviría de
            nada. Tendremos nuestra oportunidad.
                    —En la prisión de Botafuego le teníamos menos controlado —inter-
            vino Jokoan, el responsable de Makos, Cárceles—. Sin embargo, desde que se
            recuperó y le trasladaron a Alcalá-Meco, le podemos vigilar mejor. Los interro-
            gatorios son constantes, y pudiera ser que lleguen a un acuerdo.
                    Ederra hizo una mueca de contrariedad.
                    —Eso nos dejaría fuera de juego en las negociaciones. Tenemos que
            asegurarnos de qué está sucediendo.
                    —Dudo mucho que Pitón se dé a ese juego —apuntó con suficiencia
            Juan—. Él no es de esos.
                    —Tú debes saberlo: era tu mejor amigo —escupió Coces.
                    —Sí. Por eso lo sé. Quiere retirarse, no convertirse en un delator. Eso
            no va con él.
                    —Pero nos tiene en sus manos —señaló Argiak, el responsable de Ha-
            nes, Negociación—. Sin saber si usa los documentos para llegar a un acuerdo
            con la Policía estamos con las manos atadas.
                    Juan se mostró implacable.
                    —Bastará con eliminarlo.
                    —Pero ¿cómo? —planteó Jokoan.
                    —Tú eres el responsable de Makos.
                    —Sin acceso a Pitón. En Alcalá-Meco eso es imposible. Lo tienen en
            el módulo de máxima seguridad y ahí no tienen acceso los nuestros.
                    —¿Por qué no se encarga Juan de eso? —apuntó con rabia Coces—.
            Eran amigos, sabe cómo piensa por lo que se ve, y así nos demuestra de paso
            qué tan fiel es.
                    —¿Estás dudando de mí, cabrón?
                    —Vaya, ¡qué listo! ¿No me cuestionas tú?
                    —Cuestiono tu impericia.
                    Ederra estaba irritada. Tiempo atrás había sido una miembro operativa
            y la vida al frente de la Poltsa no la entusiasmaba.

                                                                            13
   8   9   10   11   12   13   14   15   16   17   18