Page 10 - La otra historia
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tu familia se adueñara del niño sanote y sonrosado —yo— y se entretejiera con
          nuestras existencias esta suerte de punto de cruz por el cual nos forzaron a
          cambiar para siempre suertes y familias biológicas.
                 Sin embargo, cuando he abonado esta deuda de honor que reintegra a
          cada una de nuestras existencias lo que en justicia le corresponde, confesándote
          qué hice con mi/tu vida, no solo te he referido la escueta realidad de los sucesos
          que me acaecieron, sino que te he desvelado a la vez el verdadero propósito de
          quienes rigen la sociedad, aportándote las pruebas y facilitándote las claves para
          que, cuándo y cómo quieras, abras los ojos o que consideres que lo narrado es
          el despropósito de un hombre a quien sus circunstancias le han trastornado.
                 La verdad te ha sido revelada, no obstante, tanto si la haces tuya como
          si no. Pocos, muy pocos mortales están al tanto de ella, y, esos contadísimos
          seres humanos, antes de tener acceso a la verdad han pasado duras iniciaciones,
          largos y esforzados años de estudio y, aun así, ni siquiera sospechan la profun-
          didad del siniestro océano en el que bogan. A ti, todo eso te ha salido gratis: es
          mi regalo. Un obsequio que no aceptarán de grado aquellos a los que descubro
          —los hermanos del Club del que formé parte y en el que alcancé el grado 30—,
          ya que seguramente la publicación de tu obra les forzará a reorganizarse, si es
          que no emprenden otras acciones más expeditas.
                 Soy aún un hombre sobradamente conocido por todos, cuya vida y
          obras anegan infinidad de publicaciones que atiborran los anaqueles de casi
          todas las hemerotecas del mundo. Sin embargo, al informarte de lo que he
          hecho con mi/tu vida o al descubrirte que la realidad es y se mueve de forma
          muy distinta a como cree el común de los mortales, he tratado de hacerlo con
          un lenguaje simple para una persona que, aunque en su carné de identidad de-
          clare ochenta y dos años, no tiene sino los treinta que lleva consciente sobre el
          mundo.
                 Has progresado enormemente en este tiempo, pero aún estás lejos de
          comprender el orden en el que me he desenvuelto, razón por la cual he huido
          de presentarte los hechos con excesivas referencias a lo esotérico, y me he ale-
          jado tanto como me ha sido posible de introducirte en rituales, magias o credos
          que podrían considerarse secretos —o discretos—, y los cuales, además, no te
          aportarían otra cosa que confusión.
                 He tomado lo más relevante de la realidad a través de lo inocuo de los
          titulares de los diarios o informativos televisivos, además de los sucesos perso-
          nales o las inquietudes que me han movido, para referirte ambas cosas al mismo
          tiempo, de modo que tú mismo puedas confrontar lo que puede parecer una
          postura desquiciada y que le des valor o se lo niegues. Si has comprendido algo,
          también quienes lean tu obra tendrán la oportunidad de hacerlo.
                 En el caso de que entre tus lectores haya algunos iniciados, no tengo

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